martes, 18 de noviembre de 2008

El mundo no es nada bonito...


Que el mundo apesta es una realidad, sólo que nos cuesta verlo porque han sabido venderlo bien. De pequeño te muestran la diversión, la felicidad y el afecto, pintándolo de colores muy bonitos y llamativos, pero sabemos que no es así. Al fin y al cabo los colores en la oscuridad no se distinguen, así que dejémoslos de lado. No os engañéis, los momentos felices de tu vida son efímeros en comparación con la tristeza. Aceptarlo, nos han timado como a chinos, nos han mostrado el lado ideal dejando oculto el lado real. Nada será como todo el mundo quiere, pero tampoco nada va a ser como alguien necesita que sea.

Si te pasas un tiempo intentando arreglar un problema que al final crece, olvídate, no te preocupes más, todos los problemas vendrán rodados y no podrás hacer nada más que pasar de ellos. Y lo único que podrás hacer es ocultar la mierda bajo la alfombra, pero no sirve de mucho, ya que seguirán ahí. Y si, en cambio, consigues arreglar algo, tranquilo, al poco tiempo algo se volverá a joder, estamos en España, la vida funciona a golpes; como todo. Aunque mejor que todo funcione a golpes a que todo se solucione a tiros, aunque no lograría decir que es más doloroso.

En un mundo donde el dinero y la apariencia están en primer plano, lo demás pierde importancia. Ahora ya no importa quien es capaz de curar más vidas o de conseguir un gran estatus social desde un barrio marginal. Ahora los únicos importantes son aquellos que tienen dinero y siguen teniéndolo, los que se casan con los que tienen dinero y los que tiene un buen "tipito". El mundo ha llegado a un punto en el que se puede llegar a pensar que todo el mundo tiene un precio y que, por tanto, no todas las vidas valen lo mismo.

La arma más utilizada por la sociedad es el odio porque se creen que es un "utensilio" totalmente opuesto al afecto, pero el odio no es más que una forma extraña de amar a alguien. Al fin y al cabo mostrar odio debería ser dejar de mostrar afecto a alguien por el simple hecho que nos ha llegado a defraudar. Pensándolo bien, todo el mundo debería odiar a todos sus amigos ya que todo el mundo tiene su momento estrella en el cual tropieza y cae. Ha llegado el punto en que nadie se fía de nadie, y cuando alguien lo hace, es tratado de ingenuo.

Intentemos cambiar nuestra forma de pensar; cuando queráis hacer a alguien sufrir, no le degrademos verbalmente. Mostremos una gran diferencia, ya que si le importáis, le sentará mucho peor.

Por último, gracias a pequeñas personas que consiguen distraerme, no diré nombres, ya se darán por aludidos y con razones de peso.